Arquitectura Rococó
El Rococó es un movimiento artístico nacido en Francia, que se desarrolla de forma progresiva entre los años 1730 y 1760.
El Rococó se define por el gusto por los colores luminosos, suaves y claros. Predominan las formas inspiradas en la naturaleza, en la mitología, en la belleza de los cuerpos desnudos, en el arte oriental y especialmente en los temas galantes y amorosos. Es un arte básicamente mundano, sin influencias religiosas, que trata temas de la vida diaria y de las relaciones humanas. Es un estilo que busca reflejar lo que es agradable, refinado, exótico y sensual.
El Rococó aplicado al arte
Mobiliario y objetos decorativos durante el periodo Rococó
Diván de estilo Rococó
La temática ligera pero intrincada del diseño Rococó se adecúa mejor a los objetos de talla reducida que a la arquitectura y a la escultura. No sorprende por lo tanto que el Rococó francés fuera utilizado sobre todo en el interior de las casas. Figuras de porcelana, platería y, ante todo, el mobiliario incorporan la estética del Rococó cuando la alta sociedad francesa quiere arreglar las casas con el nuevo estilo.
El Rococó aprecia el carácter exótico del arte chino y, en Francia, se imita este estilo en la producción de porcelana y vajilla de mesa.
Los diseñadores franceses, como François de Cuvilliés y Nicholas Pineau, exportan el estilo a Múnich y San Petersburgo, mientras el alemán Juste-Aurèle Meissonier se trasladó a París, si bien hace falta considerar a Simon-Philippenis Poirier como el precursor del Rococó en París. El Rococó inglés tiende a ser más moderado. El diseñador de muebles Thomas Chippendale mantiene la línea curva pero menos ampulosa que la del mueble francés. El mayor exponente del Rococó inglés fue, probablemente, Thomas Johnson, un escultor y proyectista de muebles ubicado en Londres a mediados del 1700.
Arquitectura
Palacio Solitude (Stuttgart, Alemania) - un exponente de la arquitectura Rococó en la Alemania meridional.
Una de las características del estilo Rococó será la marcada diferencia entre exteriores e interiores. El interior será un lugar de fantasía y colorido mientras la fachada se caracterizará por la sencillez y la simplicidad. Se abandonan los órdenes clásicos y las fachadas de los edificios se distinguirán por ser lisas, teniendo, como mucho, unas molduras para separar plantas o enmarcar puertas y ventanas. La forma dominante en las edificaciones rococós era la circular. Un pabellón central, generalmente entre dos alas bajas y curvas y, siempre que era posible, rodeado de un jardín o un inmerso parque natural. Otras edificaciones podían tomar la forma de pabellones encadenados, en contra del típico edificio «bloque», propio de la etapa anterior.
En este momento la ventana aumenta progresivamente de medida, hasta la puerta-ventana o «ventana-francesa», obteniendo una interrelación entre interior y exterior que consigue la ideal fusión con la naturaleza, con el paisaje y el entorno. Se descartan los marcos en ángulo recto, demasiado rígidos y se adoptan ventanas arqueadas. Se elimina o reduce el uso de esculturas monumentales, limitándolas a la ornamentación de los jardines.
En cualquier caso, el aspecto más destacable de los interiores rococós es la distribución interna. Los edificios tienen estancas especializadas para cada función y una distribución muy cómoda. Las habitaciones se diseñan como un conjunto que, con una marcada funcionalidad, combinan la ornamentación, colores y mobiliario.
Por su misma naturaleza, estas tendencias arquitectónicas tuvieron muy poco reflejo en las construcciones oficiales, fueran laicas o eclesiásticas. En cambio, el nuevo estilo fue perfecto para las residencias de la nobleza y la alta burguesía, las clases más ansiosas de cambiar según los nuevos cánones y las más dotadas de medios económicos para conseguirlo.
En Alemania, especialmente en Baviera, el Rococó entra con mucha fuerza y supera las fórmulas barrocas. Destaca, a diferencia de Francia, la capacidad de adecuar el estilo a construcciones religiosas que consiguió el Rococó alemán. Entre los autores de las obras más destacadas encontramos a artistas franceses y alemanes como François de Cuvilliés, Johann Balthasar Neumann y Georg Wenzeslaus von Knobelsdorff, que realizaron la preparación de Amalienburg cerca de Múnich, la residencia de Würzburgo, Sanssouci en Potsdam, CharlottenburgBerlín, los palacios de Augustusburg y Falkenlust en BrühlPalacio Solitude de Stuttgart y Schönbrunn en Viena.
en (Westfalia), Bruchsal, el
Pintura
A pesar de que el Rococó debe de su origen puramente a las artes decorativas, el estilo mostró su influencia también en la pintura, llegando a su máximo esplendor en la década de 1730. Esta pintura debe llamarse propiamente como Pintura Galante y no como Pintura Rococó, pues este término engloba el contexto estético en que se encontraba. Los pintores usaron colores claros y delicados y las formas curvilíneas, decoran las telas con querubines y mitos de amor. Sus paisajes con fiestas galantes y pastorales a menudo recogían comidas sobre la hierba de personajes aristocráticos y aventuras amorosas y cortesanas. Se recuperaron personajes mitológicos que se entremezclan en las escenas, dotándolas de sensualidad, alegría y frescura.
El retrato también fue popular entre los pintores rococós, en el que los personajes son representados con mucha elegancia, basada en la artificialidad de la vida de palacio y de los ambientes cortesanos, reflejando una imagen amable de la sociedad en transformación.
Jean-Antoine Watteau (1684-1721) es considerado el más importante pintor rococó, creador de un nuevo género pictórico: las «fêtes galantes» (fiestas galantes), con escenas impregnadas con un erotismo lírico. Watteau, a pesar de morir a los 35 años tuvo una gran influencia en sus sucesores, incluidos François Boucher (1703 - 1770) y Jean-Honoré Fragonard (1732-1806), dos maestros del periodo tardío. También el toque delicado y la sensibilidad de Thomas Gainsborough (1727-1788) reflejan el espíritu rococó.
Escultura
La escultura es otra área en la cual intervinieron los artistas rococó. Étienne-Maurice Falconet (1716-1791) es considerado uno de los mejores representantes del rococó francés. En general, este estilo fue expresado mejor mediante la delicada escultura de porcelana, más que con estatuas marmóreas e imponentes. El mismo Falconet era director de una famosa fábrica de porcelana en Sèvres. Los motivos amorosos y alegres son representados en la escultura, así como la naturaleza y la línea curva y asimétrica.
El diseñador Edmé Bouchardon representó a Cupido tallando sus dardos de amor con el garrote de Hércules, un símbolo excelente del estilo Rococó. El semidiós es transformado en un niño tierno, el garrote que rompe huesos se transforma en flechas que golpean el corazón, en el momento en que el mármol es sustituido por el estuco. En este periodo podemos mencionar a los escultores franceses Jean-Baptiste Lemoyne, Robert le Lorrain, Michel Clodion y Pigalle.
Música
El estilo galante fue el equivalente del Rococó en la historia de la música, situado entre la música barroca y la música clásica, y no es fácil definir este concepto con palabras. La música rococó se desarrolló al margen de la música barroca, particularmente en Francia. Puede ser considerada como una música muy intimista realizada de forma extremadamente refinada. Entre los máximos exponentes de esta corriente se puede citar a Jean Philippe Rameau y Carl Philipp Emanuel Bach.
El Rococó en Francia
Francia es la cuna del estilo y desde aquí se extiende al resto de Europa, especialmente a los países de lengua germánica donde adquiere una fuerza extraordinaria, debido a las fuertes relaciones de Federico II de Prusia con la corona de Francia.
Mobiliario
El diseño de muebles es la principal actividad de toda una dinastía de ebanistas parisienses, alguno de los cuales había nacido en Alemania, que desarrollan un estilo de línea curva en tres dimensiones, donde las superficies embarnizadas se completaban con marquetería de bronce. La factura de estas obras corresponde, mayoritariamente, a Antoine Gaudreau, Charles Cressent, Jean-Pierre Latz, Françoise Oeben y Bernard van Risen Burgh.
En Francia el estilo se mantiene muy sobrio, puesto que los ornamentos, principalmente de madera, eran menos macizos y se presentaban como composiciones de motivos florales, escenas, máscaras grotescas, pinturas e incrustaciones de piedra.
La tapicería fue un capítulo importante para conseguir comodidad en el mueble. Los asientos llegaron a cotas de comodidad inimaginables pocos años antes. La tendencia general a favor del lujo y del confort hizo que los cortesanos y los asiduos asistentes a los salones pudieran ahora sentarse (e incluso reclinarse y estirarse) en las reuniones, a diferencia de la época anterior, en la que había sido obligatorio permanecer de pie por cuestiones de protocolo. Este nuevo concepto de la comodidad y una actitud más despreocupada respecto al cuerpo humano (al cual se permitía en momentos de intimidad evadirse y librarse de rígidas posturas), la inquietud por desarrollar actividades intelectuales y lúdicas en los espacios privados, propicia el desarrollo de nuevos diseños de muebles.
Arquitectura
Con el alejamiento de la cultura de los palacios de la corte, las construcciones características de esta época fueron las casas alejadas del centro de ciudad o en medio del campo: «folies», «bergeries», «bagatelles» o «ermitages». En residencias urbanas, el «hôtel» o mansión en la ciudad, la planta se divide en unidades espaciales relativamente pequeñas con lo cual se obtienen ámbitos especializados, de diferente medida según su función: salón, comedor, cuarto, antecámara, galería, gabinete.
De esta forma apareció una distribución más práctica que el anterior de «enfilade», ahora las habitaciones serían independientes y con acceso individual. Se cortaron oblicuamente las esquinas de las habitaciones para colocar escaleras secundarias en los espacios ganados y estos se comunicaron entre sí mediante pasillos, corredores y galerías.
Entre los representantes más destacados encontramos a Jean Courtonne y a Robert de Cotte nombrado arquitecto de la corte y que durante 30 años intervino en la casi totalidad de las obras importantes que se hicieron en Francia.
Escultura y objetos de porcelana
Francia ocupó un lugar importante a la producción de porcelana durante el siglo XVIII. Se fabricó en Ruán, Estrasburgo, Saint-Cloud, Mennecy, Chantilly y en la Manufactura Real de porcelana de Sèvres.
Después de unos inicios difíciles (1741) en Vincennes, la Manufactura Real se trasladó a Sèvres en 1756. La porcelana de Sèvres se caracterizaba por sus dibujos rodeados de ornamentación de rocalla sobre fondo blanco, aunque este blanco pasó rápidamente a colores de tonos muy vivos como el bleu de Roi(posterior al Rococó), el amarillo vivo, el azul turquesa, y el rosa Pompadour (a partir de 1757), de moda durante diez años y que se denominó así como reconocimiento al interés personal de Madame Pompadour en el desarrollo de las Manufacturas.
A partir de la década de 1750 se puso de moda la colocación de placas de Sèvres como decoración de muebles pequeños o accesorios. Bernard van Risen Burgh fue el primero ebanista conocido que decoró sus obras con placas de porcelana, una práctica que rápidamente se hizo popular. Fueron muy utilizados por los ebanistas Martin Carlin y Weisweiler.
El Rococó en Italia
El palacio de Stupinigi.
Las Guerras Italianas tuvieron como resultado la hegemonía del poder español sobre Italia. Aunque muchos estados, como por ejemplo Venecia, no pertenecieron a la corona española, Italia dependió de España para recibir protección de las agresiones externas. El control de España fue reemplazado con la hegemonía austriaca en el siglo XVIII a excepción de algunos pocos estados que permanecieron bajo el control español.
También en Italia, siguiendo el ejemplo francés, creó el Rococó una notable renovación, sobre todo en el sector de la decoración de interiores y en la pintura. Se dio sobre todo en la región del norte (Liguria, Piamonte, Lombardía y Véneto), mientras que en la Italia central, por la influencia de la iglesia, el estilo no se desarrolla de forma sensible.
En cambio en Sicilia se desarrolló una evolución del barroco de carácter propio, de gusto más españolizante, muy similar al plateresco.
Arquitectura
Salón central de Stupinigi.
Los mayores representantes estilo rococó en la arquitectura italiana son Guarino Guarini, muy activo en el Piamonte y en Mesina, y Filippo Juvarra que trabaja mucho en Turín como arquitecto de la casa de Saboya.
Las obras más importantes de Guarino Guarini son: la iglesia de San Filippo, la iglesia de los Padres Somaschi y la casa de los padres Teatini, todas en Mesina, la capilla del Santo Sudario en Turín y el palacio Carignano también en Turín.
Entre las realizaciones más importantes de Filippo Juvarra tenemos: la cúpula de la Basílica de Santa Andrea en Mantua, la cúpula de la catedral de Como, el campanario de la catedral de Belluno, la basílica de Superga cerca de Turín, el castillo de Rívoli, el palacete de caza a Stupinigi, el Palacio Real de Venaria Reale y el palacio Madama en Turín.
Pintura
En el campo de la pintura, los mayores intérpretes del Rococó se pueden considerar los artistas que trabajaron en la República de Venecia, destacando los grandes paisajes detallistas con representaciones de los principales espacios de la ciudad: los canales, la plaza de San Marco y el Palacio Ducal, siguiendo la corriente llamada veduta.
Entre las figuras más importantes a considerar encontramos: Giovanni Battista Tiepolo de quien destaca el Retrato de Antonio Riccobono, San Rocco y Hércules sofoca Anteo. Tiepolo pasó cuatro años en la Wurzburgo antes de volver a Venecia y finalmente fue a trabajar en Madrid, a la corte de Carlos III, ciudad en la que murió finalmente. Giovanni Antonio Canal, conocido como Canaletto, que realizó obras entre otras: Plaza de San Marcos, San Cristobal, San Miguel y Murano, Los caballos de San Marcos en la plaza, El campo de Rialto en Venecia y Paseo fluvial con columna y arco de triunfo. Canaletto también trabajó en Inglaterra pero sin llegar al esplendor de los paisajes de su ciudad natal. Francesco Guarde, con un estilo al toque, representa con sus paisajes más difuminados y oscuros la República que se hunde, realizando cerca de ochocientos sesenta obras entre las cuales destacan Milagro de un santo dominico, Concierto en el Casino de los Filarmonici y La Caridad.
Escultura
En el sector de la escultura, el más pobre en este periodo, se distingue Giacomo Serpotta que, sobre todo en Palermo, realizó obras para varias iglesias de la ciudad, entre las que podemos citar los oratorios de Ciudad Santa, de San Lorenzo y del Rosario en Santo Domingo y la iglesia de San Francisco de Asís. Se puede considerar que algunos escultores que realizaron fuentes en Roma y en el palacio de Caserta se inspiraron en el estilo Rococó.
El Rococó en España
La evolución del Barroco hacia el recargamiento ornamental engendró en España el estilo Churrigueresco, en cierta manera emparentado con el Rococó, pero de raíz autóctona: José Benito Churriguera (1665-1725), arquitecto y escultor español, y sus hermanos Joaquín y Alberto, también artistas que cultivaron el mismo estilo, le dieron nombre.
Con todo, el nuevo estilo no llegó a difundirse demasiado, por ser elitista y estar alejado de los temas religiosos.
Arquitectura y escultura
Este estilo, plasmado sobre todo en la arquitectura y en los retablos, no fue exclusivamente de la familia Churriguera, sino que también destacaron otros artistas, como Pedro de Ribera, que trabajó en Madrid construyendo el antiguo hospicio de San Fernando (1722-1729, hoy Museo Municipal), el cuartel del Conde Duque (1720) y el puente de Toledo (1723-1724). En ToledoNarciso Tomé y en Sevilla Leonardo de Figueroa, un arquitecto y decorador muy diestro que hizo la portada del palacio de San Telmo (1724-1734). Francisco Hurtado Izquierdo realizó los sagrarios de la catedral de Granada (1704) y de la cartuja de El Paular (Madrid, 1718). En el Levante destacan el palacio del Marqués de Dos Aguas (1740-1744) de Valencia, remodelado por Hipólito Rovira, y la fachada de la catedral de Murcia (1741-1792), del valenciano Jaime Bort. En Galicia hay que citar la gran fachada del Obradoiro (1738-1749), de Fernando Casas y Novoa. trabajó
Coexistiendo con este posbarroco autóctono, el Rococó francés llegó a la corte de Felipe V a través de sus esposas. No llegó a difundirse demasiado, por ser un estilo elitista y estar alejado de los temas religiosos. En arquitectura, un claro ejemplo de Rococó en España es la Catedral de Cádiz.
Talla en madera
El murciano Francisco Salzillo se inspiró en las formas delicadas del Rococó; también puede incluirse a Francisco Hurtado Izquierdo, a quien hemos visto también como arquitecto del Churrigueresco.
Pintura
Como pintores del Rococó españoles destacan Luis Meléndez y Luis Paret; Giovanni Battista Tiepolo trabajó también en España junto a Mengs.
También destacar la obra pictórica de Antoni Viladomat i Manalt y de Francesc Tramulles Roig, discípulo de Viladomat y menos conocido debido al carácter efímero de su obra. Francesc Pla, conocido como "el Vigatà", mostró una leve influencia del Rococó en las pinturas del Palacio Moja de Barcelona, si bien el resto de su obra hay que ubicarla dentro el estilo barroco.
El Rococó y la Iglesia católica
La basílica de Superga.
Una visión crítica del Rococó en el contexto eclesiástico fue sostenida a la Enciclopedia católica. Para la iglesia, el estilo Rococó se podía asimilar a la música profana, contrapuesta a la música sacra. La carencia de simplicidad, la exterioridad y la frivolidad tenían el efecto de distraer del recogimiento y de la plegaria.
Con todo, eliminada su exterioridad más explícita, el resultado pudo ser aceptado como en consonancia con un ambiente dedicado al culto. En el desarrollo del Rococó, encontramos una decoración compatible con el aspecto sagrado de las iglesias.
Capitel rococó en Steinhausen.
Los artistas franceses parecen no haber considerado nunca la belleza de la composición del objeto principal, mientras que los alemanes hacen de la potencia de las líneas su característica principal. En el interior de las iglesias, el Rococó pudo ser tolerado, dado que los objetos eran pequeños como un vaso, una mesita de un corazón, una luz, una barandilla o una balaustrada y no eran demasiado evidentes a la vista. Resulta estar más en consonancia en la sacristía y en ambientes no propiamente de culto, más que en la iglesia propiamente dicha. El estilo Rococó se adapta muy mal al oficio solemne de la función religiosa, con el tabernáculo, el altar o el púlpito.
En el caso de grandes objetos, la escultura rococó resulta bella, pero a la vez se encuentra un parecido con el barroco. Los elementos fantasiosos de este estilo no se adaptan a las grandes paredes de las iglesias. En cualquier caso, todo tiene que ser según la situación local y las circunstancias. Hay piezas del Rococó auténticamente bellas, mientras que algunas otras no responden a los cánones e intentan asimilarse a objetos sacros.
Entre los materiales utilizados en el estilo Rococó figuran la madera tallada, el hierro y el bronce, utilizado en la construcción de balaustradas y portales. Un elemento distintivo es el dorado que cubre los fríos materiales metálicos, más aceptables para la implantación en ambientes no profanos.