El gótico es un estilo arquitectónico que se desarrolló durante los siglos XII al XV de la Edad Media y que ponía especial énfasis en la ligereza estructural y la iluminación de las naves del interior del edificio. Surgió en contraposición a la masividad y la deficiente iluminación interior de las iglesias románicas. Se desarrolló fundamentalmente en la arquitectura eclesiástica: catedrales, monasterios e iglesias.
Los elementos esenciales del estilo gótico datan de mucho antes que éste, toda vez que se hallan dispersos en edificios de remotas edades. El arco apuntado fue conocido de los egipcios, asirios, indios y persas de la dinastía sasánida. La bóveda de crucería, al menos en su esencia, fue empleada en construcciones árabes de Córdoba del siglo IX y en algunas mozárabes del siglo X y aún virtualmente en las bóvedas romanas desde el primer siglo del Imperio cuando entraban en ellas arcos diagonales embebidos en las mismas. Los arbotantes se encuentran originaria y rudimentariamente en las bóvedas de cuarto de cañón cuando sirven de contrarresto. El principio y distinción de elementos activos y pasivos que caracteriza la arquitectura ojival se extendió y aplicó por los antiguos asirios.
Las causas generales de este estilo han de basarse en la necesidad de mayor amplitud e iluminación en las iglesias, en el mayor desarrollo de la vida social e intelectual de la época y en la natural evolución de la arquitectura románica.
Partes de la arquitectura gótica
La arquitectura gótica presenta innovaciones técnicas y constructivas notables, que permitieron levantar estructuras esbeltas y ligeras con medios y materiales sencillos.
Planta
Planta original de Notre-Dame de París.
La planta de las grandes iglesias góticas responde a dos tipos principales:
- el de tradición románica. En él se observan casi las mismas formas que en el estilo románico y más comúnmente la de cruz latina, con girola o sin ella pero con los brazos poco salientes y con los ábsides o capillas absidiales frecuentemente poligonales. Las iglesias abaciales, sobre todo, cistercienses, siguen este tipo con brazos muy salientes como en la época románica. Y en las iglesias menores o populares se adopta como planta más común la de cruz latina o la rectangular y con un solo ábside poligonal en la cabecera.
- el de salón. La planta carece de crucero de brazos salientes (aunque no deja de ostentarse más o menos la simbólica cruz de enmedio) y las naves laterales se prolongan circuyendo todas a la capilla mayor como formando un enorme ábside.
En todo caso, la planta se divide en tramos rectangulares o cuadrados determinados por las columnas y arcos transversales y sobre éstos, cargan las bóvedas de crucería. Desde mediados del siglo XIII se hace común el abrir capillas en los lados de las iglesias, entre los contrafuertes, para satisfacer la devoción de los gremios o cofradías y del pueblo en general, ya que antes de esta época era raro admitirlas fuera de los ábsides.
El arco apuntado es sin duda la evolución técnica fundamental de la arquitectura gótica. El arco apuntado, a diferencia del arco de medio punto, es más esbelto y ligero por transmitir menores tensiones laterales, permitiendo adoptar formas más flexibles.
Estructura de soporte por arbotantes.
En vez de construir gruesos muros que soportasen el empuje de las bóvedas, los arquitectos góticos idearon un sistema eficiente para contrarrestarlos: los contrafuertes con arbotantes. Por un lado, la disposición de estos machones transversales permitía hacer fachadas no portantes, esbeltas, con enormes huecos. Por otra parte, al conectar los contrafuertes por medio de arcos arbotantes a la estructura principal se ganaba brazo de palanca y se liberaba espacio para situar naves laterales, paralelas a la nave principal.
Se decoran los botareles y demás contrafuertes montando pináculos sobre ellos para que tengan más peso y resistencia, logrando así con estos remates el doble fin constructivo y estético.
Bóveda de crucería.
La bóveda de crucería, conformada por arcos apuntados, a modo de esqueleto, es más ligera que cualquier otro tipo de bóveda construida hasta la fecha. La utilización de este tipo de arco formando un esqueleto tridimensional unitario refleja el alto conocimiento técnico que alcanzaron los constructores de catedrales.
El periodo primero se distingue por la sencillez de los arcos cruceros o diagonales que son simples y llevan pocas molduras. En el segundo, se aumenta la crucería con arcos o nervios secundarios y los llamados terceletes para sostener los témpanos de plementría ya que las bóvedas se hacen más amplias. A la vez, se molduran todos los arcos, mayormente los diagonales y éstos y demás nervios reciben más perfiles y se ligan con nervios transversales. En el tercer periodo se añaden nuevo terceletes y nervios secundarios con sus ligaduras aun sin necesidad alguna y se generaliza la bóveda llamada estrellada (por la figura del conjunto) y los nervios y arcos se perfilan con más delicadeza. En el primer periodo se usó con alguna frecuencia la bóveda sexpartida (dividida en seis témpanos) para los tramos de bóveda de la nave central cuando ésos se hacían cuadrados y correspondían cada uno de ellos con dos de las naves laterales.
Florón policromado en la Catedral de Canterbury
Desde finales del siglo XV, se adornaban las claves de las crucerías en muchos edificios con florones de madera o de metal, dorados o policromados conocidos con el nombre de arandelas. Pero ya desde los principios del estilo se decoran dichas claves con variados relieves.
Los ábsides góticos se cubren también con diferentes bóvedas de crucería pero de tal suerte que los arcos o nervios concurren todos a una clave central formando crucería radiada y muy a menudo se da al cascarón una forma gallonada o dividida en compartimentos de boveditas parciales más o menos salientes o profundas. Esta disposición, al paso que refuerza y embellece el ábside, contribuye mucho a la sonoridad de la iglesia sobre todo, para los que cantan en el presbiterio.
Columnas
Columna con nervios.
Los soportes o columnas del arte gótico consisten de ordinario en el pilar compuesto el cual durante el periodo de transición es el mismo soporte románico aunque dispuesto para el enjarje de arcos cruceros. Pero en el estilo gótico perfecto se presenta cilíndrico el núcleo del pilar rodeado de semicolumnillas y apoyado sobre un zócalo poligonal o sobre un basamento dividido a diferencia del estilo románico en que tal zócalo era uniforme y cilíndrico.
Estos basamentos se hallan más divididos y moldurados conforme avanza más la época del estilo distinguiéndose especialmente los de periodo flamígero por destacarse de ellos pequeñas basas parciales de diferentes alturas correspondiendo éstas a las columnillas que rodean el núcleo del pilar. Pero en el siglo XVI se vuelve con frecuencia al uso del zócalo primitivo prismático o cilíndrico sin divisiones. Las columnillas adosadas alrededor del núcleo se corresponden con los arcos y nervios de las bóvedas, cada una con el suyo, según el principio seguido en el estilo románico de que debe corresponder a cada pieza sostenida su propio sostén o soporte.
Columnas cilíndricas en Notre-Dame de París.
Estas columnillas van aumentando en número a medida que progresa el estilo. Al principio, suelen ser cuatro o seis en los pilares aislados, de suerte que la sección transversal u horizontal de éstos forme en la mayoría de los casos una especie de cruz de núcleo prismático. Pero luego se van multiplicando de tal manera en las nuevas construcciones que, desde mediados del siglo XIII apenas queda visible el núcleo central (que en adelante suele ser redondo). Aparece ahora todo el soporte como un haz de cilindros, los cuales en el siglo XV se reducen a simples junquillos o baquetones por haber aumentado su número y no tener ya cabida si no es en esta forma; pues no solo se adjudica una columnilla para cada arco y nervio de la bóveda sino que hasta las molduras principales de éstos tienen su columnilla correspondiente en el soporte.
Capitel gótico en el Palacio Ducal de Venecia.
El capitel gótico va perdiendo su importancia según adelanta la época del estilo. Después del periodo de transición en el que se sigue el capitel románico se presenta como un tambor algo cónico abrazado con follaje cuyos motivos se toman de la flora del país (aunque, a veces, sobre todo durante el siglo XIV admite figurillas e historias entre el follaje siempre con más pulcritud que en el estilo románico) y se corona por un ábaco circular o poligonal de varias molduras.
Posteriormente, el capitel se va haciendo más pequeño y delicado y por fin, llega hasta suprimirse cuando en el siglo XV el haz de junquillos se ramifica directamente en los nervios de la bóveda sin que medie solución de continuidad en muchos casos o se queda en forma de simple anillo.
Elementos secundarios
Entre los miembros secundarios de un edificios gótico son notables por lo característico de su forma:
Ménsula con ángel músico.
Sasamón, Burgos, (España), s XIII
- falsos apoyos, a modo de repisa, ya sola ya con una media columna encima de ella, adosados a cierta altura de los muros, sostienen los arcos y los nervios que parten como arrancando del muro, según se observa sobre todo en la arquitectura cisterciense
- repisas y doseletes para estatuas que en los siglos XII y XIII suelen llevar figuras de castillitos, en el siglo XIV semejan boveditas de crucería con pequeños gabletes y en el XV se adornan con calados flamígeros y arquitos conopiales o se terminan por una elevada torrecilla y altos gabletes
- antepechos para triforios y galerías que al principio constan de arcaditas ojivales y después tienen la forma de pretil con calados propios de la época
- pináculos, agujas, górgolas, caireles, crestería, etc. cuya traza de estilo gótico es inconfundible con la de otros.
Ornamentación
Detalles de la Catedral de Notre-Dame.
La ornamentación gótica se funda en la construcción y sirve para acentuar más los elementos de ésta. Los motivos más comunes y propios de ella en el terreno escultórico aparte de las molduras y calados geométricos se toman de la flora local la cual se interpeta en forma estilizada durante los siglos XII y primera mitad del XIII. La naturaleza se interpreta con bastante realismo y en este último siglo se propende a las formas retorcidas.
En los comienzos del estilo gótico, sobre todo, en el periodo de transición todavía se conservan los adornos geométricos del estilo románico que pronto se abandonan para dar lugar a las frondas, cardinas (hojas de cardo), grumos, trifolios, cuadrifolios, etc.
Decoración con azulejos en La Seo de Zaragoza.
Las molduras góticas se distinguen de las grecorromanas en que no ofrecen corte o sección circular como éstas sino semielíptica, piriforme, cordiforme, etc. todo para que a la vista aparezcan muy tenues y casi aéreos los arcos y demás miembros que se molduran.
La decoración pictórica de varios de los mencionados elementos debió ser en su tiempo común pero ha llegado escasa a nuestros días. Con frecuencia se pintaban las esculturas de las portadas, sepulcros, capiteles, claves de bóvedas, nervios de éstas y más la techumbre si se hacía de madera. Y aunque fueron poco abundantes los cuadros de figuras en los muros, se suplieron en gran parte por las vidrieras policromadas. En muchos edificios de España, participando más o menos en la arquitectura mudéjar se usó la decoración de azulejos en frisos y zócalos.
Cúpulas
Cimborrio de la catedral de Burgos.
Las cúpulas se forman de témpanos sostenidos por nervios radiantes que arrancando del octógono formado por los arcos torales y por una especie de trompas muy artísticas situadas en los ángulos determinados por ellos, se unen concurriendo a una clave superior y céntrica.
El cimborrio se manifiesta al exterior en forma de prisma octógono o hexágono coronado por una pirámide con más atrevimiento y elegancia que en el arte románico. Muchas veces, en lugar de cúpula se alza una simple linterna prismática a modo de torre sobre el crucero.
Vidrieras góticas.
La reducción de la estructura sustentante al mínimo imprescindible permitió abrir grandes huecos en los muros de las fachadas. Los artistas de la época pudieron dar rienda suelta a su imaginación creando un arte desconocido hasta la fecha.
Ventana del Monasterio de Bebenhausen.
Las ventanas del periodo de transición suelen ser como las románicas de arco apuntado. Pero luego se ostenta el verdadero ventanal gótico amplio y decorado en su parte superior con hermosos calados de piedra, los cuales se forman de rosetoncillos combinados, siempre sostenidos por columnillas o parteluces. En el siglo XIV se complica la tracería multiplicándose los rosetoncitos y adelantando ya el XV se combinan las líneas formando curvas serpeantes constituyendo el calado flamígero.
Rosetón en la basílica de St. Denis.
Una cosa parecida se observa en los grandes rosetones que se colocan en lo alto de las fachadas: al principio, toman la forma radiante y sencilla aunque en iglesias suntuosas es algo más complicada. Se multiplican los adornos de la rosa en el siglo XIV y en el XV llega a ser la tracería un verdadero laberinto de curvas enlazadas. No faltan en todas las épocas sin embargo ventanas menores de traza más sencilla y pequeños aljimeces. Ventanas y rosetones suelen cerrarse con magníficas vidrieras polícromas e historiadas donde a su modo se ejercita el arte pictórico monumental ya que apenas le dejan espacio para su desarrollo los escasos lienzos de pared que median entre los referidos vanos en las iglesias suntuosas. Pero en las más humildes se sustituyen las vidrieras por láminas de piedra tranlúcida y aun tal vez por encerados.
Puertas
Portada de la Catedral de León.
En las puertas y la fachada despliega el arte gótico toda su magnificencia y su concepción teológica. La portada gótica admite la misma composición fundamental que la románica pero añade a ésta mayor elevación de líneas con más riqueza y finura escultórica guardando siempre en arcos y adornos la forma propia del nuevo estilo. Encima de la puerta suele colocarse un elevado gablete.
Portada de la iglesia del monasterio cisterciense de Veruela.
Las portadas más suntuosas llevan imágenes de apóstoles y de otros santos bajo doseletes entre las columnillas (y a menudo, también otras menores entre las arquivoltas) flanqueando el ingreso el cual está dividido por un parteluz que sirve de apoyo a una estatua de la Virgen María o del titular de la iglesia.
Las iglesias del Cister y otras menores que se modela a imitación suya carecen de imaginería en la portada, la cual se compone del grande arco abocinado y decorado con simples baquetones y alguna ornamentación vegetal o geométrica. La finura en la ejecución de la obra escultórica y la multiplicación progresiva de las columnillas y molduras con el adelgazamiento de ellas, denuncian mejor que otras las señales de la época de la construcción de las portadas. Pero las del último periodo desde mediados del siglo XV se reconocen sobre todo por la multitud y pequeñez de los detalles por la arquivolta conopial, cargada de frondas retorcidas y por otros ornamentos de la época.
Estructura general
Estilización de las formas en la catedral de Laon.
El nuevo sistema constructivo, eficiente y ligero en su conjunto, permitió elevar los edificios hasta alturas inimaginables, colmando una de las aspiraciones históricas tanto de la arquitectura como de la religión.
La estructura general interior de una iglesia gótica se infiere de todo lo dicho sobre la planta, bóvedas y pilares, siendo de notar que el paramento lateral en las grandes iglesias se halla dividido en siete zonas:
- la inferior consta de la arcada que separa las naves laterales o las capillas
- la media, formada por el triforio que en el estilo gótico es mucho más estrecho que en el románico
- la superior que contiene los grandes ventanales, el clerestorio
- la media superior
- la media inferior
- la intermedia
- la continental
Fachada de la catedral de Burgos.
Unas iglesias alzan todas sus bóvedas a igual altura (o al menos la nave central y laterales inmediatas) y otras (lo más común) presentan mucho más bajas las naves laterales lanzándose por encima de éstas los arbotantes. El exterior del edificio suele acusar la estructura interna de modo que la fachada viene a ser como una sección transversal de las naves. El imafronte se constituye por las tres hermosas portadas correspondientes a las tres naves y entre ellas, los contrafuertes que resisten el empuje de las arcadas. Encima de las puertas corre una galería que responde a los triforios interiores. Se abre más arriba un rosetón calado y remata el frontispicio en gablete o en ático de hermosa crestería. Las empinadas torres, con sus atrevidas flechas que terminan y guardan los costados de la fachada; los pináculos y doseletes que animan el contrafuerte; las estatuas y relieves que pueblan las entradas y los tímpanos. Todo, en fin, contribuye a causar la impresión de una religiosidad sublime.
Subestilos de la arquitectura gótica [editar]
Gótico francés [editar]
Gótico inglés [editar]
Península Ibérica [editar]